21 de enero de 2014

EL GRAN ENGAÑO VI

EL GRAN ENGAÑO VI
Crónicas de intercesión profética en los Estados Unidos de América
Señales del Fin: El Rapto y la Higuera

Por apóstol Dr. Daniel Guerrero


INTRODUCCIÓN

Desde la Segunda parte de esta serie de entregas sobre las Crónicas de intercesión profética en los Estados Unidos de América, hemos venido analizando las "Señales del Fin", que el Maestro les entregó a Sus discípulos en el Monte de los Olivos, según está registrado en el Evangelio de Mateo capítulo 24.

Y ya hemos visto la señal del auge de falsos cristos y profetas y el engaño que estos han traído en los últimos siglos.  En la Tercera y Quinta parte hemos estudiado la profecía de las Setentas semanas de Daniel, pues el Señor cita esta profecía para enmarcar el inicio de la Gran tribulación y el cumplimiento de la destrucción del Templo, tal como lo dijo el profeta Daniel (Dn. 9:20-27) y que ocurrió en el año 70 d.C.  Y en la Cuarta entrega analizamos las señales de la Gran tribulación y la destrucción del templo, tal como el Maestro lo profetizó.


Ahora en esta Sexta entrega, estudiaremos el Rapto de la Iglesia y la Higuera floreciente, como otras señales antes de la Venida del Señor y el Fin de los tiempos. 

El Rapto

La otra señal que nos da el Señor es el arrebatamiento de la iglesia o lo que otros denominan el rapto. En el pasaje de Mateo vemos que este evento acontece en la venida del Señor, la cual será como “un relámpago que sale del oriente hasta el occidente” (Mt. 24: 27). Pablo dice que será “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos” (1Cor. 15:52).

El Señor ilustra el evento del rapto como la reunión de águilas alrededor del “cuerpo” (Mt. 24:28). Indicando que sus discípulos se reunirán con Él, en el aire, dondequiera que Él esté. Esta enseñanza se repite en Lucas como respuesta a la pregunta “¿Dónde, Señor? (serán llevados los que son “tomados”), a lo que el Maestro responde: “Donde estuviere el cuerpo allí se reunirán las águilas” (Lc. 17:37; compare con Mt. 24:40-42).

También el Maestro nos enseña que el rapto acontecerá el día de Su venida (Mt. 24:30-31; Mr. 13:26-27; Lc. 17:24,34-37). Y da algunos escenarios de cómo acontecerá el rapto de la iglesia (Mt. 24:36-44). Su sugerencia es que estemos preparados (Mt. 24:44).

Pero el apóstol Pablo, también nos da más detalles sobre este evento importante para la iglesia del Señor Jesucristo.

En 1 de Corintios 15:51-54, el apóstol nos enseña sobre lo que le pasará a todos los creyentes en la venida de nuestro Señor (compare vv. 51-52 con 1Tes. 4:15-16). Él nos dice que aquellos que todavía vivan serán “transformados” y aquellos que hayan muerto serán “resucitados”. En ambos casos nuestros cuerpos corruptibles y mortales serán “vestidos” de incorruptibilidad e inmortalidad (Dn. 12:2-3). De acuerdo con el contexto, disfrutaremos de un “cuerpo espiritual” como el del Señor, a quien él llama el “postrer Adán" (15:42-49). Es decir, recuperaremos la vestidura gloriosa perdida por Adán y Eva el día de su caída (Gén. 3:7-11,21). Seremos revestidos nuevamente de la gloria de Dios y lo veremos como Él es (Gál. 3:27; Col. 3:9-10; 1Jn. 3:2).

En 1 de Tesalonicenses 4:13-18, también nos enseña sobre el orden de los eventos y otros detalles sobre este día. Primero los que hayan “muerto en Cristo” serán resucitados; luego los que sigan vivos, los que hayan quedado, serán arrebatados juntamente con los resucitados. También ratifica que el rapto acontecerá en el día de la venida del Señor, cuando Él “con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo”. Compare con Mateo 24:30-31, donde el Maestro enseña que el Hijo del Hombre… “enviará a sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”. Y el apóstol culmina diciendo que en el rapto todos nos reuniremos en las nubes “para recibir al Señor en el aire”. El Maestro dice que el Hijo del Hombre estará “viniendo sobre las nubes del cielo” (Mt. 24:30; compare con Dn. 7:13 y Ap. 1:7; 19:11).

En 2 de Tesalonicenses 2:1-12, Pablo habla tanto de la venida del Señor como de “nuestra reunión con él” (compare con Mt. 24:28,31; 1Tes. 4:17), como eventos que sucederán el mismo día y no como eventos separados. En este pasaje también él nos da otras señales o eventos previos a la venida del Señor y nos exhorta nuevamente, en línea con las palabras del Maestro, a no dejarnos engañar.

Es decir, de acuerdo con estos pasajes podemos concluir:

1. Que en el día de la venida del Señor, tanto los que hayan vivido como los que hayan muerto en el Señor, serán transformados y vestidos con cuerpos espirituales.

2. Que el rapto acontecerá el día de la venida del Señor, rápida e inesperadamente (“en un abrir y cerrar de ojos”) y a la final trompeta (ver Mt. 24:27,30-31,36-44; Mr. 13:26-27; Lc. 17:24).

3. Que tanto los resucitados como los que hayan quedado serán arrebatados (tomados), para recibir en el aire al Señor, quien estará descendiendo del cielo. Ésta será nuestra reunión con Él, lo que Apocalipsis llama las “bodas del Cordero” (ver Ap. 19:5-9).

Así que, una señal importante previa a la venida del Señor será el arrebatamiento de la iglesia, lo cual sí ocurrirá y está por ocurrir en cualquier momento.

Aquellos que enseñan que no habrá arrebatamiento, sencillamente ignoran las claras enseñanzas de las Escrituras al respecto. Y aquellos que enseñan que el rapto acontecerá antes de la gran tribulación, para que la iglesia no “sufra” durante ese período (Ap. 6:9-11; 7:13-17), deben revisar bien las Escrituras y las evidencias históricas sobre los pasados y futuros padecimientos de la iglesia e Israel. Otra vez, este engaño que dice que la iglesia será arrebatada antes de la gran tribulación, genera falsas expectativas y producirá desilusión en muchos, cuando experimenten persecución, muerte y dolor nunca esperados o imaginados (2Pe. 2:1-2).



La Higuera

El Maestro nos da otra señal que tenemos que decidir cómo interpretarla: la señal de la higuera, la cual Él presenta como una parábola (Mt. 24:32-33). Aquí nos conseguimos con una dificultad hermenéutica, porque las parábolas son géneros literarios particulares, y no podemos interpretar sus símbolos o ilustraciones literalmente, porque más bien apuntan a una enseñanza moral o espiritual más allá de su historia. La enseñanza en este caso aparece claramente expuesta en el versículo 33: “así también vosotros, cuando vean todas estas cosas, conozcan que está cerca, a las puertas” (refiriéndose a su segunda venida v. 30).  


Lo que el Maestro quiere es que estemos pendientes de los tiempos y del cumplimiento de estas señales que Él nos da, de manera que reconozcamos cuán cerca estamos de Su venida; de la misma manera como el retoño de las ramas y hojas de la higuera nos indican la llegada del verano. Esta sería la interpretación más cercana al texto y fiel a principios hermenéuticos. Además que sería similar con la visión que el Señor le dio a Jeremías cuando lo llamó (Jer. 1:11-12). En ella el profeta vio una vara de almendro (Núm. 17:8,10) y recibió la interpretación de la visión del Señor mismo: “-Bien has visto porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra” (Jer. 1:12). Tanto en la señal dada por el Maestro como en la dada a Jeremías, la enseñanza es la misma: Estemos preparados porque Dios está listo para ejecutar Su Palabra, especialmente sus juicios (Jer. 1:13-16).

Otra interpretación, un tanto más alegórica, es que la higuera representa a Israel; es decir el retorno y resurgimiento de Israel como nación, lo cual aconteció dramáticamente desde 1948, cuando las Naciones Unidas le dieron el reconocimiento como nación; aunque ya se habían dado masivas emigraciones a tierra santa, por causa de la persecución y holocausto que sufrieron los judíos, por manos “cristianas” católicas y protestantes, bajo el gobierno alemán y el británico.

La anterior interpretación se basa tanto en pasajes del Antiguo como del Nuevo Testamento. En el Antiguo, la higuera, junto con la vid, representan la prosperidad y felicidad del pueblo de Dios (1Re. 4:25; Can. 2:12-13; Is. 36:16-17; Mi. 4:3-4; Hab. 3:17). Pero en otros pasajes se relaciona al mismo pueblo de Dios con la higuera y la vid (Os. 9:10; Joel 1:7). Algunos pasajes proféticos hablan del Israel o Judá como una higuera sacudida o desgajada, como ilustración de juicio sobre la nación (Jer. 8:13; 24:1-10; Jl. 1:6-7; Nah. 3:12). El pasaje de Jeremías 24:1-14, está en el contexto de la denuncia contra los falsos profetas y la profecía de los setenta años.

En el Nuevo Testamento, el Maestro también usa la imagen de la higuera, para ilustrar la conducta pecaminosa de los judíos y de los falsos profetas (Lc. 13:6-9; Mt. 7:15-20). Así también, el Maestro usa la figura de la viña para ilustrar al reino de Dios y a Su pueblo (Mt. 20:1-16; 21:28-32; 21:33-46). El apóstol Pablo compara al pueblo de Dios como un olivo. Y usa esta imagen para explicar cómo los creyentes no judíos (gentiles) fueron anexados o incorporados (injertados) al pueblo de Dios (el buen olivo), después del pecado de Israel al rechazar al Cristo (Ro. 11:17-24).

Aunque me apego a la primera interpretación que el mismo texto nos da (Mt. 24:33; Mr. 13:28-29; Lc. 21:29-31); no es descabellado considerar el retorno y resurgimiento de Israel como nación, como una señal importante, previa a la venida del Señor; ya que hay abundantes profecías que prestan atención a este gran evento profético para el pueblo de Dios (Is. 35:10; 43:5-6; 44:26; 61:4; Ez.11:17-19; 20:33-42; 34:28-31; 37:11-14; Jer. 30:3, 10-18; Zac. 1:114-17). 

Nosotros también debemos prestar atención a este evento, de la misma manera que Dios y Sus profetas lo hicieron. Y no debemos pensar que Dios en este tiempo está tratando sólo con la Iglesia y no con Israel, ni tampoco podemos pensar que desde el 70 d.C. esa nación fue rechazada; ya que esa interpretación es errada y llevó a algunos a considerar que Dios había rechazado por completo a los judíos, porque ellos “mataron al Mesías”. Esa errada interpretación fue la que facilitó las masacres realizadas por los Cruzados, la expulsión de los judíos de España y otros países europeos, y por último el holocausto ejecutado por los nazis. En tal error han incurrido tanto líderes importantes de la iglesia católica como protestante.

Si afirmamos que Dios no ha estado tratando con Israel desde el 70 d.C. (la dispensación de la gracia para algunos), tendríamos que afirmar que Dios no trató con Israel tampoco mientras estuvo cautivo en Egipto, en Asiria y en Babilonia. Lo cual todos sabemos que no es cierto, porque en todos los casos Dios dejó un remanente, los sacó de esas tierras y los trajo a la tierra prometida que juró a sus padres; tal como también sucedió a mediados del siglo pasado, el 15 de mayo de 1948. Desde el 70 d.C. Dios sigue tratando con Israel y las naciones, por medio de la proclamación del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, lo cual continuará hasta Su segunda venida (Mt. 24:14). De hecho, actualmente es claro y evidente que Dios sigue tratando con Israel, como nación, y con la iglesia. Los posibles dos testigos, los dos olivos, que Juan vio en sus visiones apocalípticas (Ap. 11:3-4).



En las próximas entregas seguiremos analizando las Señales del Fin que el Maestro nos dejó en su mensaje en el Monte de los Olivos (Mateo 24), específicamente las señales en el cielo y en la tierra, en la Séptima entrega.  Si desea proseguir, haga click aquí.


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3 comentarios:

  1. Ahora bien hermano Daniel. Cómo interpretar a la luz de los acontecimientos actuales o de los últimos 35 años (1970 hacia acá) éstas profecías biblicas relacionadas con el regreso del Mesías y/o el fin del mundo. Me explico: Qué resta que acontezca para que se den todas las condiciones? Los cuatro caballos y jinetes del Apocalipsis son también parte de esas mismas profecías o se refieren a otra situación que se haya dado ya o esté por darse.

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  2. Nota: Lo relativo al Apocalipsis es una pregunta y no una afirmación. Hago la salvdeda porque en el párrafo anterior se omitió el signo de interrogación.

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  3. Estimado hermano Carlos, lo concerniente a las señales en la tierra lo trato en la Séptima entrega:
    http://leondejudamins.blogspot.com/2014/01/el-gran-engano-vii.html
    Allí digo:
    "Personalmente considero que todas estas señales de destrucción en los cielos y en la tierra se darán no necesariamente en orden cronológico, pero más bien de manera cíclica continua, por períodos de tiempos (sellos, trompetas y copas), como una mujer dando a luz, en la que las continuas contracciones del útero aumentan, generando cada vez más dolor y angustia, hasta la salida del bebé. De hecho, el Señor dice que los primeros eventos (relacionados con la destrucción del templo) son “principios de dolores” (Mt. 24:8)."
    Y en el caso particular que mencionas: Los cuatro caballos y jinetes, que salen de los primeros cuatro sellos, los considero a la luz de lo que mencioné anteriormente.

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