28 de junio de 2014

SEMBRAR, COSECHAR Y AVANZAR III

SEMBRAR, COSECHAR Y AVANZAR III
Por apóstol Dr. Daniel Guerrero



INTRODUCCIÓN
En la Primera parte compartí las razones que me llevaron a realizar este estudio bíblico y a publicarlo, además que compartí la experiencia reciente que el Señor me dio, junto con la Comunidad cristiana Hay paz con Dios, iglesia que pastoreo, durante la celebración de la Fiesta de Pentecostés 2014.

Y en la Segunda parte, fuimos más profundo en la Palabra de Dios, para considerar el fundamento bíblico que sostiene esta práctica y disciplina espiritual del dar u ofrendar a Dios, según cantidades específicas, que el Espíritu Santo en ciertos ocasiones puede guiarnos a ofrendar.

Ahora en esta tercera parte veremos el fundamento bíblico para ofrendar a Dios en Tiempos y ocasiones específicas.

DAR EN TIEMPOS Y OCASIONES
Antes de avanzar al segundo punto, quisiera subrayar aquí mi perspectiva bíblica sobre el tema del dar, ya sean primicias, diezmos y cualquiera otra ofrenda.

El Nuevo Testamento es suficientemente claro en la enseñanza sobre el Evangelio de la gracia en Cristo Jesús, Señor nuestro, y que ese "Evangelio es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree, del judío primeramente y también del griego" (Ro. 1:16).  Y que se recibe por medio de la fe, por la obra de gracia de Dios en nuestros corazones (Ef. 2:8-9; 2Ti. 1:8-10).

¡Es por medio de la fe en Cristo que somos salvos, somos declarados inocentes o justos, es decir, justificados delante de Dios!  Y no por ninguna buena obra, por muy piadosa que ésta sea (Ro. 5:1; Gál. 2:16; 3:24).

Así el tema del dar a Dios, que como hemos visto, también fue regulado en la Ley, debe entrar en la esfera de la fe, en la esfera de la gracia de Dios.  Y de eso dan testimonio los profetas del Antiguo Testamento y los apóstoles y profetas del Nuevo Testamento:
"Sacrificio y ofrenda no te agradan; has abierto mis oídos; holocausto y expiación no has demandado.
Entonces dije: «He aquí, vengo; en el rollo del libro está escrito de mí; el hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu Ley está en medio de mi corazón.»"
(Sal. 40:6-8)

Salmo que cita el autor a los Hebreos, para subrayar que ni las ofrendas ni sacrificios dados en el Antiguo Pacto podían ni pueden hacer perfectos ni justos a los que los ofrendaban.  Es el sacrificio perfecto, justo y santo del Hijo de Dios, quien vino para hacer solo la voluntad del Padre, el que puede hacernos perfectos y justos delante de Él (Heb. 10:10-14).

El profeta-rey David en pleno proceso de arrepentimiento y confesión de su pecado declaró:
"Señor, abre mis labios y publicará mi boca tu alabanza, porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto.
Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios."
 (Sal. 51:15-17)

Él sabía perfectamente bien, que si no fuera por la gracia y misericordia de Dios no podía mantenerse en pie delante de Él (Sal. 51:1-4):
"Ten piedad de mí, Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
¡Lávame más y más de mi maldad y límpiame de mi pecado!,  porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí.  Contra ti, contra ti sólo he pecado; he hecho lo malo delante de tus ojos, para que seas reconocido justo en tu palabra y tenido por puro en tu juicio."

Él y el profeta Isaías lo reconocen:
"Clemente y misericordioso es Jehová, lento para la ira y grande en misericordia.
Bueno es Jehová para con todos, y sus misericordias sobre todas sus obras."
(Sal. 145:8-9; 103:8-9; 86:15-16)

"De las misericordias de Jehová haré memoria, de las alabanzas de Jehová conforme a todo lo que Jehová nos ha dado, y de la grandeza de sus beneficios hacia la casa de Israel, que les ha hecho según sus misericordias y según la abundancia de sus piedades." (Is. 63:7; 54:7-8)

El profeta Daniel, en pleno proceso de arrepentimiento y confesión de pecados, también reconoce esta verdad:
"Inclina, Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos y mira nuestras desolaciones y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre; porque no elevamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias." (Dan. 9:18)

Así que, el dar es principalmente un asunto de fe y obediencia que opera mediante la gracia de Dios en nosotros. Y así lo enseña el apóstol Pablo en sus escritos:
"Doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas,  pidiéndonos con muchos ruegos que les concediéramos el privilegio de participar en este servicio para los santos.  Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor y luego a nosotros, por la voluntad de Dios;  de manera que exhortamos a Tito, para que tal como comenzó antes, asimismo acabe también entre vosotros esta obra de gracia.  Por tanto, como en todo abundáis, en fe, en palabra, en conocimiento, en toda solicitud y en vuestro amor por nosotros, abundad también en esta gracia." (2Cor. 8:1-7)

El dar es un manifestación de la gracia de Dios, que se activa mediante nuestra fe y obediencia a Él:
"Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre.  Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo necesario, abundéis para toda buena obra;  como está escrito:
«Repartió, dio a los pobres, su justicia permanece para siempre.»
Y el que da semilla al que siembra y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera y aumentará los frutos de vuestra justicia,  para que seáis ricos en todo para toda generosidad, la cual produce, por medio de nosotros, acción de gracias a Dios,  porque la entrega de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios."
(2Cor. 9:7-15)

Dios se agrada mas bien de las ofrendas voluntarias entregadas con alegría, no obligadas, ni coaccionadas; pues, ellas expresan un corazón generoso como el Suyo, un corazón alineado al corazón de Dios.

Así que, el dar en el Nuevo Pacto es un asunto de fe, amor y obediencia, producto de la gracia de Dios operando en el corazón de todos aquellos que aman a Dios y persiguen darle mayor gloria a Su santo Nombre.

¿Y cómo se relacionan las ofrendas en el Nuevo Pacto con los tipos de ofrendas del Viejo Pacto?

Se relacionan y se unen en Cristo, logran su pleno y máximo cumplimiento en Cristo y en la esfera de bendición que Él representa, tanto para judíos como para gentiles.  ¡En Cristo, tanto el Viejo como el Nuevo Pacto se unen y encuentran su pleno cumplimiento!  Así, al nosotros unirnos a Cristo, entramos por la fe, a todos los pactos y promesas tanto del Viejo como del Nuevo Pacto, ya no por la fuerza de la Ley, sino por el poder del Espíritu que Él ha hecho morar en nosotros (Ro. 7:4-6; 8:1-17; Gál. 3:6-9).  

La Biblia claramente nos enseña que mediante nuestra fe en el Nombre de Jesucristo somos hechos hijos de Dios, y ese es nuestro linaje espiritual (Jn. 1:12-13; Ro. 8:16; Gál. 4:4-7; 1Jn. 3:1-2); pero también mediante nuestra fe en el Señor somos hechos hijos de Abraham, y ese es nuestro linaje terrenal (Rom. 8:16-17; Gál. 3:6-9, 28-29; 4:28-31); y en ambos casos tenemos y recibimos herencia, tanto espiritual como terrenal (Gál. 3:29; 4:7; Ro. 8:16-17; Ti. 3:4-7). Es decir, mediante nuestra fe en Jesucristo, quien es del linaje de Abraham, Isaac, Jacob y David, nosotros, los creyentes gentiles, ramas del olivo silvestre, somos injertados en el pueblo de Dios, en el buen Olivo, por lo cual, podemos disfrutar de la MISMA RICA SAVIA, que corre desde la raíz hacia todas sus ramas (Ro. 11:17-18).  ¡En Cristo se unen el Viejo y el Nuevo Pacto, y nosotros con Él!

Necesitamos entender nuestra posición en Cristo, que somos parte del pueblo de Dios, que somos parte de la Vid del Señor, que fuimos injertados en el buen Olivo de Dios, que en Cristo heredamos los pactos y las promesas expresadas tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento (Jn. 15:1-10; Ro. 11:16-24; Gál. 3:28-29; 4:4-7; Ro. 8:16-17; Ti. 3:4-7). En el Antiguo Testamento se nos enfatiza que somos parte del pueblo de Dios, de la congregación de los justos; y en el Nuevo Testamento se nos enfatiza que somos parte del Cuerpo de Cristo, la Iglesia, la Nueva Jerusalén, la Ciudad celestial (Éx. 19:5-6; 6:4-6; Jos. 1:6-9; Sal. 1:1-3; 1Cor. 6:17-20; 12: 11-27; Ef. 2:14-22; Pe. 2:9; Gál. 4:26-31; Heb. 12:18-24; Ap. 21:2,22-26).

¡No somos hijos de la esclava: de la religión, que nos quiere mantener en ignorancia y esclavitud! ¡Somos hijos de la libre: de Jerusalén la libre, que nos liberta y nos capacita para heredar y disfrutar todo lo que nuestro Rey y Señor Jesucristo ha conquistado por nosotros! (Gál. 4:26-31; Ef. 1:3).  ¡Los hijos de Sión, los hijos de Jerusalén la libre, nada tienen que ver con Roma, ni Grecia ni Babilonia! ¡Sal de Babilonia! ¡Libérate del espíritu de religiosidad y decide vivir por el poder vivificador y liberador del Espíritu Santo de Dios! (Is. 48:20; 52:11-12; Ap. 18:1-5).

Necesitamos conocer, entender y aplicar el diseño del tiempo y el gobierno de Dios, no para estar bajo la Ley, sino para que, por Su gracia y nuestra fe en Jesús, podamos estar bajo la esfera de Su reino, bajo su favor, bendiciones y promesas, para que podamos disfrutar plenamente la herencia y las riquezas de Su reino, tanto ahora como en el futuro (Ef. 1:15-23; Col. 1:9-14).

Así que, lo que estaba establecido ofrendar, mediante la Ley en el Antiguo Testamento, por obligación, legalismo y religiosidad, nosotros, por la fe y mediante la gracia de Dios, podemos ofrendarlo en libertad y generosidad, "no con tristeza ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre" (2Cor. 9:7).  Y nadie debe juzgar al otro por lo que da o cómo lo da, porque a libertad nos llamó el Señor; como tampoco nadie debe juzgar al otro por causa de días, fiestas o días de reposo, porque a libertad y por gracia nos llamó el Señor a todos, sean judíos o gentiles (Ro. 14:1-20; Col. 2:16-17; Gál. 4:1-11).

DAR ES EL RESULTADO DE SEMBRAR Y COSECHAR BIEN
Aquí se unen el dar y el tiempo de Dios, porque, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, el dar y ofrendar, el traer sacrificios a Dios, están unidos al calendario de Su tiempo.

La Biblia enseña que Dios esperaba que Su pueblo del Antiguo Pacto se presentara delante de Él en tres grandes ocasiones o tiempos, para ofrendarle las Primicias y el producto de su cosecha:
1. A principios de la Primavera, durante la celebración de la Fiesta de la Pascua y Primicias, cuando entregaban los primeros frutos de la cosecha de la cebada.
2. A finales de la Primavera, durante la celebración de la Fiesta de Pentecostés, cuando entregaban los primeros frutos de la cosecha del trigo.
3. Y en otoño, durante la celebración de la Fiesta de Tabernáculos, cuando entregaban los primeros frutos de la cosecha de los frutos de los árboles.

Tres (3) tiempos, tres (3) cosechas y (tres) tipos de ofrendas y celebración; que resaltan el deseo de Dios que Su pueblo, Sus hijos, seamos fructíferos (Éx. 23:14-19):
"»Tres veces al año me celebraréis fiesta.  La fiesta de los Panes sin levadura guardarás. Siete días comerás los panes sin levadura, como yo te mandé, en el tiempo del mes de Abib, porque en él saliste de Egipto; y ninguno se presentará ante mí con las manos vacías.
»También la fiesta de la Siega, los primeros frutos de tus labores, de lo que hayas sembrado en el campo, y la fiesta de la Cosecha a la salida del año, cuando hayas recogido del campo los frutos de tus labores.
»Tres veces al año se presentará todo hombre delante de Jehová, el Señor.
»No ofrecerás con pan leudado la sangre de mi sacrificio, ni la grasa de la víctima quedará de la noche hasta la mañana.  Las primicias de los primeros frutos de tu tierra traerás a la casa de Jehová, tu Dios.»"


En la Segunda parte de este estudio vimos cómo Dios pedía que ciertas ofrendas se dieran con cantidades específicas y en tiempos específicos, especialmente en Sus Fiestas; pero también habían las ofrendas diarias y las semanales de días de reposos.

¿Cuál es la relación entre sembrar, cosechar y el ofrendar? ¿Cuál es el propósito que Dios busca al ordenar a Su pueblo a hacerlo de esa manera?
La relación se encuentra en la gratitud y el reconocimiento por parte del pueblo de Dios, que Él es Su proveedor y es Él quien por Su gracia da las fuerzas y las condiciones necesarias, para que haya una buena siembra y una buena cosecha.

Lo que Dios buscaba era esa expresión de alabanza, gratitud y fiel adoración del corazón de Su pueblo, por Sus múltiples bendiciones y misericordias.  ¡Que no se olvidaran de Él, sino que fueran agradecidos! (Dt. 8:11-18):
"Cuídate de no olvidarte de Jehová, tu Dios, para cumplir los mandamientos, decretos y estatutos que yo te ordeno hoy;  no suceda que comas y te sacies, edifiques buenas casas y las habites,  cuando tus vacas y tus ovejas aumenten, la plata y el oro se te multipliquen y todo lo que tengas se acreciente,  se ensoberbezca tu corazón y te olvides de Jehová, tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre;  que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes venenosas y de escorpiones; que en una tierra de sed y sin agua te sacó agua de la roca del pedernal;  que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y probándote, para a la postre hacerte bien,  y digas en tu corazón: --“Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza”-;  sino acuérdate de Jehová, tu Dios, porque él es quien te da el poder para adquirir las riquezas, a fin de confirmar el pacto que juró a tus padres, como lo hace hoy."

Y el apóstol Pablo, en su Segunda carta a los Corintios, es quien logra magistralmente explicar esa relación:
"Y el que da semilla al que siembra y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera y aumentará los frutos de vuestra justicia,  para que seáis ricos en todo para toda generosidad."

Ofrendamos libre y generosamente a Dios porque:
1.  Él es quien a Su tiempo nos da semilla
2.  Él es quien a Su tiempo nos da cosecha
3.  Él es quien en todo tiempo nos da alimento

Así como Dios quiere que sembremos a tiempo y cosechemos a tiempo, Él también quiere que demos nuestro fruto a tiempo, que ofrendemos a tiempo, que seamos un pueblo justo:
"Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que DA SU FRUTO EN SU TIEMPO y su hoja no cae, y todo lo que hace prosperará." (Sal. 1:3)

"En medio de la calle de la ciudad y a uno y otro lado del río estaba el árbol de la vida, que PRODUCE DOCE FRUTOS, DANDO CADA MES SU FRUTO; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones."
(Ap. 22:2)

DAR EN EL TIEMPO CORRECTO
Lo que Dios desea es que nosotros Sus hijos, Su pueblo, seamos entendidos en los tiempos, y esto nos viene por revelación, por medio de la gracia de Dios mediante Su Espíritu Santo.

El Creador de los cielos y de la tierra quiere que Su pueblo conozca y entienda que así como hay un tiempo correcto para sembrar, y un tiempo correcto para cosechar, así también hay un tiempo correcto para ofrendar y dar.  Y esto lo recibimos por revelación, por fe y por obediencia, según se nos enseña en las Sagradas Escrituras y el Espíritu Santo nos ayuda a entender.

Y ese tiempo correcto, es un tiempo oportuno, un kairós, que Él en Su diseño y plan para Su pueblo ha establecido para dispensar y manifestar Su favor, bendición y gracia.  Al nosotros entrar en ese tiempo oportuno, en el kairós de Dios, entramos a la esfera de Su tiempo, de Su favor, bendición y gracia.  Y allí, como todo lo de Dios, sólo se puede entrar mediante revelación, por fe y obediencia (Mr. 1:15; Gál. 1:11-12; Ef. 3:2-5).  ¡Entramos en fe y en libertad!  Pues Dios honrará será nuestra fe, obediencia y amor a Él. 

Y también recordemos, Dios verá nuestra ofrenda, pero también nuestro corazón (Gén. 4:4).  Así que, no basta en traer la ofrenda correcta, en el tiempo correcto, también necesitaremos traer un corazón correcto delante de Él, para que todo sea de Su agrado (Sal. 51:15-17; Is. 1:10-20; 58:1-12; Miq. 3:6-8; Mal. 1:6-14; 3:6-12; Mr. 12:41-44; Mt. 5;22-25).

¿Cuáles son los tiempos kairós, los tiempos oportunos, para ofrendar a Dios?
Son varios los tiempos y las ocasiones en los que podemos traer ofrenda al Señor, y nosotros tendremos que decidir al respecto, según la medida de fe, de revelación y gracia que hayamos recibido:

1.  Las Primicias de comienzo de cada mes, con la cual, según el principio de las primicias, consagramos y bendecimos todos los días del resto del mes (Éx. 23:9; Dt. 12:17-18; Pro. 3:9-10; Ro. 11:16).  Es mi opinión, según lo que entiendo de las Sagradas Escrituras, que esta ofrenda de Primicias mensual debería darse según el calendario hebreo y no el gregoriano o romano.
2.  Las Primicias de comienzo de año, que según el calendario hebreo, pueden ser en dos fechas, en el mes de Nisán, durante la celebración de la Fiesta de la Pascua y las Primicias; o en el mes de Tishri, durante la celebración de la Fiesta de Trompetas o Tabernáculos.  Personalmente, prefiero hacerlo en la Fiesta de las Primicias, en el mes de Nisán.
3.  Los diezmos de cada mes, o según sea el caso, de las quincenas de cada mes, la décima parte (10%) de todos los ingresos que obtengamos durante cada mes.
4.  Las ofrendas de gratitud de cada mes, según el Señor nos haya prosperado y queramos libremente agradecerle.
5.  Las ofrendas de gratitud durante las Fiestas del Señor, de igual manera, según el Señor nos haya prosperado y queramos libremente agradecerle, durante la celebración de Sus Fiestas.

El apóstol Pablo dio instrucciones a las iglesias donde él ministraba, que para el caso específico de las ofrendas destinadas para la iglesia en Jerusalén y para los santos involucrados en el ministerio, los hermanos podían llevar sus ofrendas "cada primer día de la semana", o sea, lo sábados al atardecer, cuando se celebraban en muchos hogares el culto al Señor (1Cor. 16:1-3).  Pero como podemos ver, ésta era una ofrenda especial, para una situación específica y muy especial, como lo era la hambruna que golpeó a los habitantes de Jerusalén, lo cual incluyó a los cristianos en esa ciudad (Hch. 11:27-29; Ro. 15:25-27; 1Cor. 16:3).

Bien, considero que ya está suficientemente claro a la luz de las Sagradas Escrituras, que Dios sí puede dirigir a Su pueblo a "Dar según tiempos específicos", ya no por la fuerza de la Ley del Antiguo Pacto, sino por el poder de la Ley del Espíritu, quien de esa manera puede guiarnos, según la gracia y según la medida de fe que opera en cada uno de nosotros.

En la próxima Cuarta y última parte, abordaremos el tercer punto de este mensaje sobre el "Sembrar, Cosechar y Avanzar" en el reino, que será "la relación entre el Dar y el Ciclo de bendición".

Si quiere continuar con la Cuarta parte de este estudio, haga click aquí.
Sembrar, cosechar y avanzar I
Los números y el tiempo de Dios
Entendiendo las Primicias I
Posición, avance y cosecha I
Posición, avance y cosecha II
Posición, avance y cosecha III
El Calendario hebreo II
Las estaciones de la vida


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